Revista Chilena de Pediatría
Vol. 87, Numero 01- Enero-Febrero 2016
El empacho: revisión de una enfermedad popular infantil chilena (1674-2014)
Resumen
El empacho, el mal de ojo, los aires, el susto o espanto, son las principales y más reconocidas enfermedades populares latinoamericanas. Sobre el empacho la información médica, histórica y etnográfica es extensa y profunda, pues existen documentos que la registran desde el siglo XVI.
Se trata de un trastorno de vías digestivas ocasionado por excesos alimentarios y la ingesta de productos poco o nada digeribles que provocan alteraciones del tránsito gastrointestinal. Los datos clínicos sobresalientes son gastralgia, diarrea o estreñimiento, vómitos, fiebre y otros malestares. La enfermedad es tratada a nivel doméstico, y en caso necesario se emplean especialistas populares, con excepcional visita al médico académico. Los tratamientos son múltiples, complejos y combinados; abarcan desde productos herbolarios hasta elementos rituales, sin faltar la denominada «quebradura del empacho». Esta somera revisión del empacho en Chile permitirá al médico adentrarse al mundo de los saberes y prácticas populares, y también inducir al estudio serio y sistemático sobre esta entidad nosológica que seguirá existiendo a través del tiempo.
Material y método
Para esta revisión fueron consultadas 109 fuentes documentales procedentes de las principales bibliotecas del país e incluso foráneas. El texto más antiguo es de 1674, y los más recientes corresponden a 2014. En diccionarios se encontraron 13 referencias; en obras históricas, 6; en literatura médica académica, 11; en textos de medicinas alternativas y complementarias, 7; en descripciones folklóricas y antropológicas, 37; en textos de botánica y etnobotánica, 33, y un par de pasajes en la categoría poética.
Resultados
Definición: Se trata de una indigestión intestinal, generalmente con diarrea. En general, empacharse tiene el mismo significado que empanzarse, indigestarse o ahitarse.
Epidemiología: El empacho puede presentarse en hombres y mujeres, en cualquier época del año, en ambientes rurales y urbanos, en personas indígenas y no indígenas, en cualquier edad (pero más frecuente en niños/as lactantes y preescolares), y existe la percepción generalizada de que su frecuencia es alta y que hay una elevada mortalidad. Un estudio médico-antropológico realizado en La Pincoya (norte de Santiago) en la década de los ochenta del siglo pasado encontró que el 82% de la población entrevistada había sufrido de algún caso de empacho en la familia.
Causalidad: Los alimentos fríos o insuficientemente cocidos son causantes de empacho, e igual los excesos alimentarios. También son causales la ingestión de elementos no digeribles como es la tierra, los chicles, el papel, la leche en polvo no bien disuelta, semillas y hollejos de frutas, de porotos, hebras de hilo, algodón, etcétera. Además, en algunos sectores se piensa que se puede presentar el empacho cuando las mamaderas están mal preparadas y un niño toma la leche de una madre que ya está embarazada.
Patogenia: Los signos y síntomas digestivos de la enfermedad se deben al estancamiento y a la detención parcial del movimiento intestinal originado por aquello que se adhiere a la pared gastrointestinal. Es por ello que las curadoras contemporáneas expresan que si no se les hace «despegar» aquello que tienen adherido en la pared intestinal, el niño puede fallecer, y de allí la urgencia de que tras el diagnóstico se establezca con rapidez el tratamiento.
Cuadro clínico: Náuseas, vómito y diarrea, fiebre, inapetencia, decaimiento, estitiquez, ojos hundidos, lengua saburral, malestar abdominal, vientre abultado, abundantes gases y, en ocasiones, estreñimiento
Tratamiento: Las directrices de la terapéutica son 6: dieta (ayuno inicial, luego liquido y agüita de arroz, avena o maicena); uso de purgantes (zumo de papa rayada con jugo de limón); uso de emplastos (aplicación de lodo o cebollín verde con manteca en la superficie abdominal); empleo de hierbas medicinales (las más empleadas son paico, culén, menta y linaza); aplicación de maniobras corporales (sobada y quebrada del empacho pellizcando la piel de la región dorso-lumbar hasta lograr un chasquido); acompañamiento con rezos (oraciones, ensalmos y conjuros, rezando credos, ave maría y salve haciendo cruces con ramita de ruda e invocando a la virgen de Montserrat). Por lo general, estas terapias se combinan. Además de las anteriores indicaciones, a través de los siglos se puede observar el empleo de terapias alternativas, como son la excretoterapia (excremento de cerdo, perro o caballo), la hidroterapia, el naturismo y la homeopatía.
Prevención: De la causalidad devienen las actividades preventivas: consumir alimentos bien cocidos y bien preparados, lavar bien las mamaderas, evitar los alimentos indigestos, no comer frutas en proceso de maduración, preferir la leche materna por encima de la artificial.
Comentarios
La enfermedad se reconoce, sin excepciones, en todo el territorio chileno, desde la Patagonia hasta la región norteña de Arica y Parinacota e Isla de Pascua. Lo mismo incluye pueblos indígenas que informantes criollos/mestizos. Áreas rurales, urbanas y suburbanas. En especial, clases medias y populares.
En función de que esta recopilación documental comprende desde el siglo XVII hasta el año 2014, sin interrupción alguna, se demuestra la continuidad histórica de la enfermedad hasta el presente y su indudable prolongación en tiempos futuros.
Aquí cabe referir la experiencia excepcional del Dr. Benito García-Fernández, quien se educó en Madrid como médico alópata y que después se convierte a la doctrina y la práctica homeopática. Se establece en Santiago de Chile en relación a los enfermos empachados señala: «La enfermedad que en Chile se conoce con el nombre de empacho es una clase de padecimiento que siempre me ha llamado la atención. Y lo que más hería mi curiosidad era ver que la generalidad de los médicos, por no decir todos, no creían en el tal empacho, cuando esto era una cosa evidente para el pueblo». Más adelante describe y comenta sobre la «quebradura» del empacho: «El modo que tienen aquí de quebrar el empacho, es poniendo a los enfermos boca abajo, y tirarles del cutis del espinazo hasta levantarlos en peso, no sé que produzca buenos resultados, aunque me inclino a creer que algo habrá de verdad, porque si nunca se curasen con estas maniobras, al fin y al cabo, llegaría a abandonarse».
Finalmente, las aproximaciones de los médicos académicos al tema del empacho resultan escasas y superficiales. Por lo general, se intenta la desaparición gradual del conocimiento popular, considerándolo propio de pueblos «atrasados» que se oponen a la «modernidad», e ignorando las realidades que viven cotidianamente los grupos sociales subalternos y sus ancestrales estrategias de sobrevivencia.
Los médicos chilenos han de poseer competencias interculturales suficientes para entender, comprender e incluso investigar las enfermedades populares, y así lograr una adecuada transacción (o alianza terapéutica) en la relación médico-paciente, que no ofenda ni disminuya el conocimiento de sus pacientes de sectores medios y populares. En este sentido, la enseñanza obligatoria de la antropología médica y la interculturalidad en salud en escuelas y facultades de medicina pueden constituirse en beneficiosos instrumentos de auxilio en la preparación profesional de los médicos.